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¡¡¡FUERA MILITARES Y PARAMILITARES DE CHIAPAS, OAXACA Y DE TODO MÉXICO!!! ¡¡¡FUERA REGÍMENES DE TERROR DEL PLANETA!!!¡¡¡ATENCO LIBRE!!!¡¡¡LIBERTAD A TODXS LXS PRESXS POLÍTICXS!!!VIVA LA SEXTA DECLARACIÓN DE LA SELVA LACANDONA!!!¡¡¡EXIGIMOS LA APARICION INMEDIATA DEL TIO Y DE TOD@S L@S DETENIDOS DESAPARECID@S,VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!!!NO A LA GUERRA EN NINGUNA PARTE DEL MUNDO

SOLO EL PUEBLO ORGANIZADO VENCERÁ



lunes, 11 de agosto de 2008

Homenaje a Mahmud Darwish (13 de marzo de 1942-09 de agosto de 2008)


Enamorado de Palestina

Mahmud Darwish

Tus ojos son una adorada
y dolorosa espina en el corazón.
Que preservo del viento,
y que clavo muy hondo,
más allá del dolor y de la noche.
Con cuya luz alumbran los candiles
y se hace mañana mi presente.
Y yo olvido al instante
-al encontrarse el ojo con el ojo-
que una vez fuimos dos
tras de la puerta.

* * *

Cantabas al hablar.
Yo intentaba también, mas la miseria
había puesto cerco a los labios primaverales.
Tus palabras, como una golondrina,
volaron de mi casa,
y nuestra puerta,
y nuestros escalones otoñales,
se fueron tras de ti,
donde quiso el deseo.

Rompiéronse también nuestros espejos,
y nacieron mil penas.
Juntamos las cenizas de la voz,
y cantamos tan solo la elegía del país.
Para sembrarla juntos
en el pecho de una guitarra,
y tocar a unas almas deformes, a unas piedras,
sobre las azoteas.
Pero yo me olvidé...
¡Oh Tú, la de la voz desconocida!
¿Fue tal vez tu partida,
o mi silencio,
lo que había oxidado la guitarra?


* * *

Te vi ayer, en el puerto,
viajera sin familia ni viático.
Y corrí hacia ti igual que un huérfano,
buscando la prudencia de los viejos:
"¿Por qué el naranjal verde
se encierra en una cárcel o en un puerto,
se esconde en el destierro,
y sigue siempre verde,
a pesar de su marcha,
a pesar de sus sales y el deseo?"...
Y lo anoto en mi agenda:
Me detuve en el puerto...
El mundo era unos ojos invernales,
y pieles de naranjas teníamos en las manos.
Detrás de mí, estaban los desiertos.

* * *

Te vi en el monte abrupto,
pastora de corderos, perseguida.
En las ruinas, tú eras mi jardín,
y yo, extraño a la casa,
golpeaba la puerta, ¡corazón!.
Sobre mi corazón alzábase la puerta,
la ventana, las piedras y el cemento.
* * *
Te vi en los cántaros de agua,
y el trigo,
destruida.
Servir en los nocturnos cafetuchos.
En los rayos del llanto y las heridas.
Y Tú eras el pulmón que me faltaba.
La voz para mis labios sólo Tú.
Tú el agua... Tú el fuego.
Te vi junto a la puerta de la cueva,
junto al laurel,
tendiendo los vestidos de los huérfanos.
En las calles te vi... En las hogueras.
En la sangre del sol...
En los corrales...
Te vi en la plenitud de las sales del mar.
En las arenas...
Buena, como la tierra,
el jazmín,
y los niños.

* * *

Y juro:
Que he de hacer un pañuelo de pestañas,
donde grabar poemas a tus ojos,
y escribir una frase
más dulce que la miel y que los besos:
"¡Que Palestina era... Y sigue siendo!"

* * *

Palestina de ojos y tatuajes.
Palestina de nombre.
Palestina de sueños y de penas.
Palestina de pies, de cuerpo y de pañuelo.
Palestina en palabras y en silencio.
Palestina de voz.
Palestina de muerte y nacimiento.
Te llevé, como fuego de mis versos,
en mis viejas carpetas.
Te llevé de alimento en mis viajes.
Y te llamé, gritando , por los valles.

Conozco los caballos de los bárbaros,
aunque cambien los campos.
Pero, tened cuidado...
Del rayo que sacó mi canción del granito.
Porque soy el ornato de los mozos
y el mejor caballero.
Yo destruyo los ídolos
y siembro las fronteras de Siria de poemas
que vencen a las águilas.
Con tu nombre grité a los enemigos:
¡Comeos, oh gusanos, mi carne si me muero!
Porque no nacen águilas
del huevo de la hormiga;
porque el de la serpiente oculta víboras.
Conozco los caballos de los bárbaros.
Pero también
-y antes -
que yo soy el ornato de los mozos,
y el mejor caballero.


MUHAMMAD (1)
Mahmud Darwish
Muhammad,
acurrucado en brazos de su padre, es un pájaro temeroso
del infierno del cielo: papá, protégeme,
que salgo volando, y mis alas son
demasiado pequeñas para el viento… y está oscuro.

Muhammad,
quiere volver a casa, no tiene
bicicleta, tampoco una camisa nueva.
Quiere irse a hacer los deberes
del cuaderno de conjugación y gramática: llévame
a casa, papá, que quiero preparar la lección
y cumplir años uno a uno…
en la playa, bajo la palmera…
Que no se aleje todo, que no se aleje…

Muhammad,
se enfrenta a un ejército, sin piedras ni
metralla, no escribe en el muro: "Mi libertad
no morirá" -aún no tiene libertad
que defender, ni un horizonte para la paloma
de Picasso. Nace eternamente el niño
con su nombre maldito.
¿Cuántas veces renacerá, criatura
sin país… sin tiempo para ser niño?
¿Dónde soñará si se queda dormido…
si la tierra es llaga… y templo?

Muhammad,
ve su muerte viniendo ineluctable, pero
se acuerda de una pantera que vio en la tele,
una gran pantera con una cría de gacela acorralada; mas al
oler de cerca la leche
no se abalanza,
como si la leche domara a la fiera de la estepa.
"Entonces -dice el chico- me voy a salvar".
Y se echa a llorar: "mi vida es un escondite
en la alacena de mi madre, me voy a salvar… yo daré fe".

Muhammad,
ángel pobre a escasa distancia del
fusil de un cazador de sangre fría. Uno
a uno la cámara acecha los movimientos del niño,
que se funde con su imagen:
su rostro, como la mañana, está claro,
claro su corazón como una manzana,
claros sus diez dedos como cirios,
claro el rocío en sus pantalones.
Su cazador debería habérselo pensado
dos veces: le voy a dejar hasta que sepa deletrear
esa Palestina suya sin equivocarse…
me lo guardo en prenda
y ya le mataré mañana, ¡cuando se revuelva!

Muhammad,
un jesusito duerme y sueña en
el corazón de un icono
fabricado de cobre,
de madera de olivo,
y del espíritu de un pueblo renovado.

Muhammad,
hay más sangre de la que precisan los noticiarios
y a ellos les gusta: súbete ya
al séptimo cielo,
Muhammad.

(Traducción de Luz Gómez García)
(Publicado en Nación Árabe, nº 43, invierno 2001)

1.-Este poema se publicó originalmente en el periódico al-Quds el 21/22 de octubre de 2000; recrea las conocidas imágenes del asesinato, el 30 de septiembre de 2000, del niño Muhammad ad-Durra, acribillado por el ejército israelí en brazos de su padre.


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